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Llevo 22 otoños sobreviviendo al mundo y viviendo en el medio de la nada, mientras plasmo el mundo en palabras desde mi punto de vista.

jueves, 31 de diciembre de 2015

I gave you the key when the door wasn't open, just admit it.

Te di la llave cuando la puerta no estaba abierta, te dejé entrar cuando debía prohibirlo, permití que me guiaras cuando mi camino ya estaba marcado y dejé que ambos comenzáramos a jugar, incluso cuando nadie lo estaba haciendo, cuando nadie se estaba arriesgando. Es la verdad, admítelo, yo ya lo hice. Ya admití que me metí en un terreno peligroso, en un terreno prohibido, pero me gustaba, me habías logrado convencer de que era necesario arriesgarme, de que estaba bien hacerlo y lo hice, no te culpo porque reconozco que la culpa es mía por ceder. Sin embargo, que lo haya aceptado no significa que todo recaiga sobre una sola persona, que esté habilitado a recibir esa actitud, esas palabras... o ese silencio. A veces me arrepiento de haber abierto esa puerta, otras veces, no existe el arrepentimiento. Eso se debe a que mis propios pensamientos me juegan tanto en contra como a favor y no lo puedo evitar, es por eso que no me gusta recordar, no quiero recordar más, no quiero más dolor ni indiferencia. Quiero cerrar esa puerta y, en ocasiones, deseo que se cierre lo suficiente como para sentir como que nunca fue abierta, aunque sé que eso es imposible. Necesito la llave, esa llave que tienes tú, para cerrarla yo, no quiero que cierres la puerta tú porque es peor, es más doloroso de que si lo hago yo y la impotencia seguramente me dominaría. No hay marcha atrás y ahora ambos queremos lo mismo: seguir adelante. Entonces, ¿por qué no me das la llave con la que abriste la puerta? ¿Por qué no me dejas cerrarla? ¿O por qué no la dejas abierta sin rencor ni dolor, sólo madurez? Quiero decir... no se necesitan millones de personas para eso, sólo dos: tú y yo. Y quiero cerrarla o abrirla lo suficiente como para regresar el tiempo perdido, pero, al parecer, tú no quieres ninguna de las dos opciones, entonces... ¿qué es lo que quieres? ¿Para qué quieres la llave o la puerta? ¿Qué harías con eso? Por favor...

sábado, 19 de diciembre de 2015

Lo estoy viendo irse cada vez más lejos.

Lo estoy viendo alejarse, lo estoy viendo perderse, lo estoy viendo vivir sin necesitarme, lo estoy viendo seguir, lo estoy viendo crecer de lejos. Y sé que no es su culpa, sé que él es inocente ante tanto engaño, sé que él sólo está sufriendo la consecuencia de los actos de terceros y que yo soy uno de esos terceros. Sé que, en lo profundo de su memoria, guardará los momentos vividos como yo recuerdo cada aventura que viví con él. Sé que será cada día mejor, que se superará, que tendrá esa fortaleza que lo hará levantarse una y mil veces. Sé que nos volveremos a encontrar algún día, que lo que construimos no se desvanecerá a pesar del tiempo. No porque se aleje, significa que todo se vaya a la basura, porque no es así, no sucederá con nosotros. Estuve ahí, estoy aquí y estaré allí cuando me necesite y cuando no, cuando ría, cuando llore, cuando grite, cuando imagine, cuando se enfrente a la realidad, cuando ame, cuando deteste, cuando luche y cuando se rinda, cuando se quede y cuando se marche. Lo estoy viendo irse cada vez más lejos y yo me quedo con pequeños pedazos de él, pequeños pedazos a los que me aferraré para no perderlo porque es lo único que no quiero. Lo estoy viendo irse cada vez más lejos porque es obligado a hacerlo... Lo estoy viendo irse cada vez más lejos porque no puedo evitarlo, porque ya no tengo armas para hacerlo. Lo estoy viendo irse cada vez más lejos con todo el dolor que eso implica. Sólo lo estoy viendo y lo estoy sufriendo porque era mi luz, lo seguirá siendo, pero una luz a kilómetros no alumbra lo mismo que una a centímetros. Lo estoy viendo irse cada vez más lejos porque ya lo acepté, ya cedí, ya no puedo evitarlo, ya no puedo hacer más nada, ya me quedé sin acciones o palabras.

jueves, 3 de diciembre de 2015

¿Pasado, presente o futuro?

Soy de los que no deja ir el pasado, de los que viven en los recuerdos, sean malos o buenos. Soy de los que imagina su futuro, a base del presente o de lo que desea vivir y sentir. Soy de los que vive su presente, quien disfruta del mismo y busca que dure más de lo posible. Sé que mi presente se debe a mi pasado y que mi futuro depende de mi presente, pero, a veces, viene a mí la creencia de que puedo hacer que cada uno de estos tiempos dependa únicamente de sí mismo y no del otro. Elegir uno sería complicado, sé que mi elección se vería afectada en poco tiempo por pensamientos o sucesos, por lo que variaría y no es lo deseado. Sin embargo, esta vez voy por el futuro porque no sé lo que me depara, porque todavía puedo cambiarlo, porque puedo manejarlo y porque va a sorprenderme.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Tres segundos para pensar.

Pensé en mí ahogándome mientras intento romper las cadenas que imposibilitan cualquier movimiento de mi parte. Pensé es que es el sentimiento que estoy experimentando ahora, pensé en lo horrible que es, en lo horrible y triste. Pensé en cómo es posible que esté sobreviviendo, que siga caminando y luchando contra este sentimiento, que está acompañado de la ansiedad. Pensé en que estoy a punto de romper la cuerda, de ceder, de rendirme, de perder o ganar, ya no sé qué sería cada cosa. Pensé en el aire que me está faltando, que es aquel que estoy necesitando urgentemente, porque ya no puedo más, porque me está cansando fingir, porque mi alma está agotada. En esos tres segundos pensé en todo lo que me ha pasado este año, en todo lo que hice mal y lo que pude haber hecho bien, en las palabras que dije y en aquellas que no. Vino a mi mente las personas que perdí, los recuerdos de las mismas; también en aquellas personas que, a pesar de todo, permanecen a mi lado y los nuevos amigos que han llegado, y en los que deseo que permanezcan por más tiempo. He pensado en el largo camino que he recorrido y en el que quiero recorrer, en el trayecto que me falta y en el que estoy ahora. Pensé en mis miedos y en opiniones ajenas, en la felicidad de los demás que hace que la mía se aleje. No pude dejar de pensar, además, en mis sentimientos y emociones: en lo que realmente siento o en lo que intento sentir que no es tan fácil como muchos han pensado que es, ni como yo he deseado que fuera. Tres segundos en mi mente son una eternidad, si te soy sincero, y me da el tiempo para pensar todo lo que mencioné y mucho más porque los pensamientos pasan a rápida velocidad por mi mente.

sábado, 28 de noviembre de 2015

¿El amor y el dolor tienen el mismo color?

En ocasiones, sí, pero no creo que sea siempre, van de la mano en algunos caminos y, en otros, se separan pero por poco tiempo. Creo que el color que sería la combinación de ambos serían el bordo, estaría el rojo que representa el amor mezclado con lo oscuro, lo negro, del dolor. Muchas veces son las que sufrimos por amor, ya sea por la ausencia de éste o por problemas con el mismo. Sin embargo, el amor tiene sus momentos en el que está acompañado de la felicidad y no del dolor. A su vez, el dolor tiene situaciones en las que va de la mano con la soledad o depende de otros sentimientos y/o emociones. El amor y el dolor tienen el mismo color cuando no los sabes manejar, creo yo, cuando ellos te vencen, cuando atacan sin piedad, cuando no les importa más que hacerse sentir. Y eso sucede, sucede más de seguido de lo que creemos. Sólo que, en ocasiones, logramos controlarlos a tiempo y, en otras, tardamos más porque no encontramos el punto medio. El amor y el dolor tienen distintos colores, van variando constantemente, pero, a veces, tienen el mismo color, sí.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Me gusta compartir el retweet.

Hoy en día, creo que las acciones están sobre-valoradas. A algunas de ellas se las toma demasiado en serio, cuando no debería ser así, y a las que sí deberían, las dejan de lado. Más que injusto, llega a cansar. Creo que, el hecho de que estamos en una era con tecnología de más, genera que esto sea así. Estamos en la época del "Me gusta", del "Retweet" y del "Compartir". De ahí surgen los problemas actuales. Aniquilan las neuronas buscando una razón por la que tu chico clickeó "Me gusta" en la respuesta, comentario o foto de alguien más, y, en ocasiones, no existe, tan sólo es que realmente le agradó aquello, sin ninguna otra intención. No debería ser legal que las relaciones se arruinaran por estas estúpidas cosas, estamos mal al permitirlo, pero estamos tan ciegos y lo vemos tan natural, que no hacemos nada por cambiarlo. Y eso es sólo un ejemplo. Es que, personalmente, me agota la paciencia. Que si le dio "Me gusta", que si dio "retweet" a tal cosa y que si compartió tal otra, que por qué lo hizo, qué quiere decir, que las indirectas y las directas. ¡No! ¡Basta! Sé que tengo el derecho a que me guste y comparta lo que quiera, sin necesidad de tener que dar explicaciones, sin necesidad de tener una excusa o razón, pero sé de gente que no lo comprende y a todo le busca la famosa quinta pata del gato. Y sé que ahí es cuando comienzan los problemas... y los sentimientos entran en juego. Es triste pensar que me acorralan por eso, es triste pensar que me sofoca tanto que comienzo a generar errores y a herir, y a arruinar todo lo que veo a mi paso. Sin embargo, es increíble pensar como algo tan insignificante puede cambiar tan dramáticamente tu día, tu semana, tu mes y tu vida entera. Intento evitarlo, es verdad, pero estando en compañía de gente que no lo evita... ¿qué más puedes esperar de mí? Exploto porque una parte de mí lucha contra y la otra, no. Exploto porque, al final, me gusta compartir el retweet, como a todos los demás y mis intentos de cambio son en vano.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Mi último deseo.

Mi último deseo fue el más egoísta de todos, pero el que más deseaba y esperaba que se cumpliera, es el que más quería, el primero de la lista. Mi último deseo fue que se quedara, que no emprendiera el mismo camino de retirada que antes, sino que permaneciera a mi lado durante más tiempo del que puedo pensar, durante, más o menos, toda mi vida. Mi último deseo fue seguir viendo esa sonrisa que tanto amo, seguir escuchando esa risa que me contagia de alegría, seguir mirando esos ojos que me dicen más que mil palabras, seguir besando esas mejillas que me generan ganas de apretarlas, seguir abrazando ese cálido cuerpo, seguir escuchando los más hermosos susurros provenientes de esos labios que me vuelven loco. Mi último deseo fue que los recuerdos no volvieran a atormentarme, sino que fuera agradable su estadía en mi mente. Mi último deseo fue hacer las cosas correctamente y evitar los antiguos errores, evitar el mal y dejar entrar al bien. Mi último deseo fue no perderla, no volverla a perder, no alejarla de mi persona. Mi último deseo fue su felicidad, su bien, su sonrisa, su honestidad, su sinceridad, sus emociones, sus abrazos, sus besos, su cuerpo, su alma, su corazón, su presencia. Mi último deseo fue ella.

martes, 10 de noviembre de 2015

¿De quién estás escapando con esa música tan alta?

De mí mismo, de mi pasado, de mi futuro, de mi presente, de mis sentimientos, de mis emociones, de mis pensamientos, de mi vida, de lo que soy y no soy, de lo que no quiero, de mis temores. Mientras más alta la música, más lejos voy y mejor me escondo, mejor me protejo, mejor me camuflo. ¿De quién más escaparía? Es el temor de todo hombre, creo yo. Es el mío, al menos. De todas formas, hay veces que la música no basta y, bueno, en vez de escapar, termino más hundido de lo que me encuentro en la realidad. La música al menos acompaña, le da el toque final al momento, al sentimiento, a todo.

jueves, 22 de octubre de 2015

Y tú, ¿por qué brindas?

Por el ahora, por el futuro que vendrá, por el pasado que añoro o desprecio, por el tiempo perdido y el ganado, por la vida, por ser débil, por ser fuerte, por soportar, por decir "basta", por continuar, por detenerme. Por el sufrimiento que sí o sí uno debe pasar para aprender ciertas cosas, por no apreciar las cosas a tiempo porque eso también me enseñó, por equivocarse, por los cambios luego de eso. Por las personas que se quedaron, por las que escucharon, por las que aconsejaron, por las que se fueron y no volvieron, por las que se fueron y decidieron regresar, por la familia que permanece. Por los valores, por los sentimientos que nunca son eternos, por las confusiones, por los "te extraño" que no tuvieron una respuesta, por esos "te quiero" que quedaron ocultos en el corazón, por esos momentos que no volverán, por esas disculpas permanentes, por las palabras jamás dichas y por las hirientes, por las acciones que demostraban otra cosa. Por las fotos olvidadas, por los vídeos archivados, por las cartas quemadas. Brindo por todo eso y más, brindo por aquello que siento pero jamás diré, brindo por esas partes mías de las que quiero huir, brindo por mi forma de ser, brindo por haberme perdido y, luego, encontrado. Brindo por todo y, a la vez, por nada. Simplemente brindo por el deseo de querer brindar, sin razón. Sólo brindo.

jueves, 15 de octubre de 2015

Cuando extraño.

Recuerdo cuando tu sonrisa era el motor de mis días, la luz que necesitaba para ser yo, para liberarme. Extraño eso, principalmente. Cuando tu mano se posaba en mi mejilla y una caricia en ella dejaba, eso extraño. Cuando tus ideas no eran iguales a las mías y las discusiones comenzaban, cuando no soportábamos estar tan distantes, eso extraño. Cuando yo era tu fortaleza y tú, la mía, eso extraño. Cuando sabía que era feliz, cuando conocía la definición de felicidad, cuando no dudaba, eso extraño. Cuando te hacía reír a carcajadas, eso extraño. Cuando planeaba todo cuidadosamente para que te sorprendieras con un simple detalle, eso extraño. Cuando los errores no eran tantos, eso extraño. Cuando, por más enojo que tuviera, mi necesidad de hablarte y escucharte era mayor, lo extraño. Cuando éramos nosotros contra el mundo, cuando no existían imposibles, todo eso estoy extrañando. Cuando la confianza era real, cuando estaba para ayudarte a avanzar, cuando no estábamos desgastados, cuando no ocultábamos nuestras heridas, cuando nos pertenecíamos, lo extraño. Cuando el orgullo no nos separaba, sino que nos unía. Cuando el amor era suficiente. Cuando aplastábamos a la tristeza por querer interponerse, cuando solucionábamos los problemas cuando apenas aparecían, cuando nos decíamos todo sin decirnos nada o cuando decíamos nada, diciéndolo todo. Eso extraño. Cuando susurrabas que todo iba a estar bien y que nada malo nos iba a suceder, eso también. Cuando tus brazos me rodeaban y tu calor me protegía, me curaba, me llenaba, me bastaba. Cuando los planes sólo iban en aumento, cuando los recuerdos nos sacaban una sonrisa y no transformaban las noches en frías, solitarias y tristes. Cuando sabíamos lo que estábamos haciendo, cuando conocíamos el camino y el destino, que era el infinito, pero cuando, a su vez, no sabíamos nada. Cuando éramos novatos, cuando experimentamos, cuando nos queríamos rendir y uno no dejaba al otro, cuando no permitíamos que todo esto sucediera. Cuando el dolor máximo que nos generábamos era por un suave pellizco en nuestra piel que pretendía ser juguetón y nada más. Cuando los susurros nos encendían y las noches eran eternas, cuando los besos nos alborotaban mientras nuestra piel se fundía. Extraño todo eso, todo, pero lo que más extraño, no son sólo los recuerdos, sino el amor, eres tú.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Tú no sabes nada sobre mí.

Tú no sabes quién realmente soy, ni yo lo sé completamente. Tú no sabes por qué causa tanto en mí o porque me importa tanto. Tú no sabes por qué no quiero rendirme. Tú no sabes por qué mi color favorito es tal, o por qué en realidad no tengo un color favorito estable, sino varios que se van alterando y tampoco sabes por qué éstos se alteran. Tú no sabes por qué todavía existen viejas fechas que causan melancolía en mi persona, o por qué no las olvidaré jamás, no sabes el impacto que tuvieron. Tú no sabes por qué mi primer paso es con la derecha y no con la izquierda, no sabes por qué río en vez de sonreír, y mucho menos sabes por qué hablo, en vez de gritar. Tú no sabes por qué prefiero los números pares, a los impares, o por qué tengo una manía con los lunares. ¿Acaso sabes por qué prefiero leer un libro antes de ver la película basada en el mismo? Tú no sabes por qué jamás me mudé de mi ciudad, tú no sabes dónde están mis raíces, tú no sabes dónde me oculto o dónde aparezco. Tú no sabes por todo lo que he pasado interiormente, sólo crees saberlo, incluso cuando reconoces que únicamente viste la punta del iceberg. Tú no sabes de qué estoy hecho, o de qué no estoy hecho. Tú no sabes las aventuras que quiero vivir, o las que ya viví. Tú no sabes de lo que estoy huyendo, ni lo que estoy construyendo. No sabes que tengo una lucha interna, entre lo que fui y lo que soy, entre mi bien y mi mal, entre yo y yo. No sabes por qué estoy escribiendo, no sabes de dónde me nace ni dónde termina. No sabes por qué detesto tanto el calor, ni que mi estación favorita es el invierno. No sabes las excusas que me he inventado para mentirme y convencerme de cosas que eran opuestas a lo que quería. No sabes de mis pérdidas, pero tampoco de mis ganancias. ¿Qué es lo que sí sabes? Sabes mi nombre y mi edad, pero tú no sabes nada sobre mí.

lunes, 12 de octubre de 2015

¿Por qué siempre repetimos lo que nos hace mal?

Porque, si hoy nos hace mal, es porque ayer nos hizo bien. Porque el mal también puede hacernos bien, no siempre será malo al cien por ciento. Porque todos somos masoquistas en el fondo, sea en menor o mayor medida. Porque tenemos esperanza de que sea algo totalmente bueno, algo que sea bueno y que, a su vez, nos haga bien, en vez de ser algo malo que nos hace bien y mal. Porque no podemos dejar ir, debido a que no es realmente fácil o porque no se quiere. Porque los sentimientos son más fuertes o porque los recuerdos nos mantienen unidos a eso. Porque, a veces, es necesario tropezar con la misma piedra más de una vez. Porque cada caída es distinta y se aprenden diferentes lecciones. Porque pensamos que nos hizo mal sólo esa vez, que la siguiente será distinto. O simplemente porque queremos y ya, por hacerlo, porque sí, sin explicación real. Tal vez... hasta mismo porque nos hace mal.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Quédate.

Cuando dudes, quédate. Cuando no creas en mí, quédate. Cuando no sabes lo que sientes, quédate. Cuando quieras reír, quédate y, cuando quieras llorar, quédate. No te vayas, déjame ser parte. Si no sabes a dónde ir, quédate. Si derrochas cansancio, quédate. Si no sabes qué hacer, quédate. Si sólo quieres hablar, quédate. Si sólo quieres escuchar, quédate. Si no quieres nada, quédate. Si quieres todo, quédate. Si quieres el pasado, quédate. Si quieres un futuro, quédate. Si te gusta el presente, quédate. Si no te gusta nada, quédate. Si odias, quédate. Si amas, quédate. Incluso cuando no quieras quedarte, hazlo. Si quieres festejar o si no quieres, quédate. Si vas a caer, quédate. Si vas a avanzar, quédate, avanzaremos juntos. Si quieres luchar, contra todo y contra nada a la vez, quédate. Si no me quieres, quédate. Si me odias, quédate. Si me amas, quédate. Si alguna vez fui algo para ti, quédate, y, si no lo fui, igual, quédate. Si hay maldad o bondad en ti, lo que sea, quédate. Si te mudas, si no lo haces, si caminas, si corres, si gateas, si peleas, si maduras, si sigues siendo infantil, si cantas, si actúas, si trabajas o si no lo haces; sea lo que sea, pero quédate, hoy, mañana y siempre. Quédate. Hazlo, por favor. Quédate.

martes, 29 de septiembre de 2015

Entrega.

Te daré lo que tengo, lo que necesites, lo que quieras. Haré hasta lo imposible por ver esa hermosa sonrisa en tu rostro. Amor, confianza, felicidad, honestidad, aventuras, seguridad, complicidad; todo eso y más. Incluso te ofreceré un pedazo de lo que soy y, con ello, te entrego una pesada responsabilidad, la cual es que tienes parte de mi esencia en tus manos y que, si te vas, si vuelves a irte, no te diré que la rompes, sino que te la llevas para siempre, dejándome a medio camino, perdido, otra vez. Prometo valorar todo aquello que me des, o lo que me ofrezcas, incluso hasta el mínimo detalle, para que nunca olvides lo que siento, para que no creas que no tienes importancia.

Querido futuro nuestro.

No voy a prometer estar de buen humor todos los días, así como tampoco tú lo estarás, pero sí puedo prometer que pondré de mi parte para que no te veas afectada por eso o para mejorar tu humor y hacer más llevadero tu día. Prometo hacer lo que esté a mi alcance para ver una sonrisa tuya a diario, mientras te ofrezco la mía. Prometo recordar esas fechas, sin necesidad de hacer un esfuerzo, porque ya se me da bien, al ser importante. Prometo tratarte como la princesa, no, como la reina que realmente eres para mí y, a sabiendas de que lo material no debería ser tan importante, ofreceré regalos que cuenten como detalles que sé que tendrás en cuenta a cada momento. También me encargaré de hacerte sentir especial mediante sorpresas que, no serán las mejores, pero lograrán el objetivo de hacerte sonreír y es lo que me importa. Sé que, a veces, los celos y los problemas nos vencerán pero te elegí para vencerlos juntos y eso es lo que haremos, a pesar de lo que vaya a costarnos. No soy una persona fácil, pero decidiste aceptarme y eso lo dice todo, significa amor y eso es lo que siento por ti, es por eso que decidí compartir el resto de mi vida contigo. Quiero adelantar mi disculpas al día de hoy, porque sé que me encerraré en mi mundo e intentaré dejarte fuera, aunque sepa que te duela, pero quiero que estés informada de que no es intencional, es sólo que necesito estar solo como toda persona, solo pero acompañado y ahí es donde estás tú, indirectamente. Esto pasará contigo también y ahí estaré yo, no me rendiré porque mi objetivo será apoyarte y ayudarte en lo que sea, será como ser tu fan número uno en cualquier situación que pases, estaré para levantarte cuando caigas, si es que no evité hacerlo antes. Viviremos mil aventuras y aprenderemos de ellas, así como aprenderemos de los errores que tengamos porque no somos perfectos, aunque nos veamos así el uno para el otro. Nos extrañaremos cuando el otro esté ocupado con una obligación que haga existir la distancia y nos encargaremos de hacer cada día como el último. Estoy seguro, a su vez, que lucharemos para que la llama del amor no se apague; eso es lo que planeo hacer hasta el último momento. No será todo perfecto, pero seremos nosotros, a nuestro modo, en nuestro tiempo, y es todo lo que importa, que estaremos juntos y no nos rendiremos tan fácil. Todo eso te prometo, todo eso puedo ofrecer, algo cercano a la felicidad.

lunes, 14 de septiembre de 2015

¿Qué sentido tiene?

¿Qué sentido tiene querer volver el tiempo atrás? ¿Qué sentido tiene querer continuar? ¿Qué sentido tiene no rendirse? ¿Qué sentido tiene fingir fortaleza? ¿Qué sentido tiene esperar una respuesta? ¿Qué sentido tiene hacerse tantas preguntas? ¿Qué sentido tiene recordar? ¿Qué sentido tiene crear? ¿Qué sentido tiene sonreír? ¿Qué sentido tiene escuchar esas canciones, tanto las que te hacen llorar como sonreír? ¿Qué sentido tiene forzar algo que ya venció? ¿Qué sentido tiene intentar conseguir el perdón? ¿Qué sentido tiene mantener la esperanza? ¿Qué sentido tiene no retroceder ni avanzar? ¿Qué sentido tiene no saber cómo recuperar ciertas cosas? ¿Qué sentido tiene que no pueda adelantar el tiempo? ¿Qué sentido tiene desconocer mi futuro? ¿Qué sentido tiene hacerme sentir el odio? ¿Qué sentido tiene no poder llevar todo en paz? ¿Qué sentido tiene estar así? ¿Qué sentido tiene todo ésto? ¿Qué sentido tiene tener sentido? ¿Qué sentido tiene no superar un error? ¿Qué sentido tiene que siga siendo el único que lucha? ¿Qué sentido tiene quedarse con las ganas? ¿Qué sentido tiene que sea todo o nada? ¿Qué sentido tiene olvidar o recordar? ¿Qué sentido tiene la luz o la oscuridad? ¿Qué sentido tiene escribir y hablar sobre lo que siento? ¿Qué sentido tiene ver en todas direcciones y no notar nada? ¿Qué sentido tiene generar quejas, si no hiciste lo necesario en su momento? ¿Qué sentido tiene arrepentirse? ¿Qué sentido tiene no vencer el orgullo? ¿Qué sentido tiene no hacer lo que más quieres? ¿Qué sentido tiene mentirte a ti mismo? ¿Qué sentido tiene? ¿Tiene sentido alguno?

Carta de suicidio.

No hubo momento en el que no alardeara de ser fuerte, ¿recuerdas? Podía pasar por todo, experimentarlo, sufrirlo y superarlo, porque era mi meta, porque era lo que siempre hacía, porque es como todo el mundo me conocía. Pasa con los objetos menos pensados, por ejemplo, una cadena. Creo que eso era yo: una cadena que tiró demasiado de los extremos y se rompió. O un papel, tal vez un papel como el que ahora tienes en tus manos mientras lees ésto. Puedes romper ese papel, arreglarlo con cinta adhesiva, cortarlo y pegarlo con más cinta. No será el papel de siempre, tendrá sus modificaciones, pero seguirá estando y aguantando. Tal y como yo lo hice. Pero, llega un momento, en que el papel ya no aguanta y es sólo cinta. Es triste tener que dejarte pero, si lo pienso mucho, me arrepiento y no por mí, sino por todos ustedes. Es probable que ahora te duela mi partida, lo sé, me duele a mí también, pero todos tenemos que hacerlo, todos debemos partir en algún momento, y creo que es justo que adelante mi fecha de partida a la actual. Hey, piensa en todos los momentos que tuvimos, todas esas veces que te enojaste conmigo por algo que hice o dije, o por algo que no hice. Reproduce esos momentos para no olvidarme porque, si me olvidas, entonces es ahí que yo pasaré a la memoria o, ni eso, pasaré a ser nada. No te preguntes por qué hice ésto, podría estar escribiéndote muchas cartas con extensas justificaciones a mi decisión y ninguna te sería suficientemente buena para eso. No te enojes contigo tampoco, no es tu culpa aunque puedas llegar a pensar que es así. No pudiste ni ibas a poder detenerme, sólo mis pensamientos lo harían y ahora están callados, al fin. Decidí luchar de otra forma ésta vez, decidí ser fuerte de otra manera, y por eso ya no estoy físicamente junto a ti, ni a los demás. Pero eso no significa que no esté en recuerdos, en fotos, vídeos o en las noches más frías, en las que sientes que nadie más te comprende. Yo estoy y estaré entre todos ustedes, siempre y cuando cada uno no me olvide, no borre mi presencia de su memoria y tenga un pedazo de su corazón destinado a mí. Quisiera decirte que lo siento porque sé que no es algo que querías y sabes que siempre intenté por hacer lo que a otros feliz hacía. Estoy en mi momento de paz, de felicidad; ya no debes preocuparte por más nada. No voy a decirte que no llores, tienes que hacerlo porque es parte del proceso, limpia tu alma hasta vaciarla, pero asegúrate de volverla a llenar. Oye... no olvides que te quiero. Ahora estoy bien, si eso te interesa saber. Y sé que tú lo estarás pronto. Te quiero.

domingo, 6 de septiembre de 2015

La forma en que él te mira...

... es ridícula y sé lo incorrecto que suenan esas palabras de mi boca, pero es mi verdad. La forma en que él te mira no es suficiente, tal vez él no lo sepa, pero tú y yo sí, al igual que el resto de tu entorno. Él no podría mirarte como lo he hecho y lo afirmo, no porque todos miremos diferente, sino por la historia que tenemos. Cariño, él no ve lo que yo vi por primera vez. Él no mira dentro de ti, no mira tu bella alma, no mira más que tu exterior y es, en extremo, inválido. La forma en que él te mira es como la forma en que un niño mira su juguete favorito, no lo culpo, es inevitable no dar esa mirada a tal belleza inigualable. Pero creo estar seguro de que nadie te verá y notará lo que yo en ti. Mis ojos han conocido más de nueve facetas de tu rostro y ellas me han permitido ver más allá, más allá de lo que nos rodea. Te he visto emocionada por una alegre noticia. Te he visto preocupada, cuando no logras saber qué sucede, o cuando miras al mundo derrumbarse, o cuando normalmente permites que nuestros hijos salgan a domar riesgos. Te he visto divertida, incluso en tiempos críticos. Te he visto llorar porque tu alma ya no soportaba tanto dolor, o porque era demasiada alegría, aunque contados son esos casos. Te he visto enojada por situaciones en las cuales, en ocasiones, me encontraba involucrado. Te he visto sufrir por no poder lograr algo o porque hay cosas que no dependían de ti, aunque así lo desearas. Te he visto sonrojarte por halagos que recibes o porque decía yo algunas verdades bastante fuertes, recordando una alguna anécdota. Te he visto nerviosa, mordiéndote el pulgar de tu mano derecha. Te he visto frustrada, con tus manos pasando por tu cabello. Te he visto fruncir el ceño, sollozar, gritar, hacer pucheros y más. Te he visto decir que no, aunque tus ojos gritaban un "sí", o en viceversa. Te he visto aguantar, a pesar de estar rota. Te he visto buscar salida, a sabiendas de que no existía. Te he visto feliz, viviendo momentos únicos, con una gran sonrisa en tu rostro, una sonrisa sincera. Te he visto aguantar lágrimas porque fuerte eres, o porque debilidad no quieres demostrar. Te he visto en tus momentos de fragilidad, cuando finalmente te quebrabas porque decías "basta" y todo en ti demostraba ese cansancio. Te he visto con un montón de peso encima, lidiando con ello. Te he visto sin nada también, desnuda, y me refiero a cualquier ámbito, sin ropa o sin problemas, o sin ambos, por lo que me atrevo a decir que te he visto indefensa. Te he visto confiada, segura de ti misma, y también te he visto dudosa del siguiente paso a dar. Te he visto acertar y fallar, te he visto aprender y te he visto terca, aunque así es fácil verte. Te he visto con tu luz, te he visto tierna, te he visto tímida, te he visto dulce y amarga. Te he visto y eso es lo importante, te he visto de una forma que nadie entiende actualmente. Probablemente, ni yo lo entienda, pero te miro, aunque no lo creas, aunque no parezca, y te quiero así.

sábado, 5 de septiembre de 2015

¿Cuánto pesa su ausencia?

Lo suficiente como para hacerme replantear mis esfuerzos, mis intenciones, mis sentimientos y pensamientos, mi vida en general. Pesa en demasía porque, por más que diga que estaba preparado, por más que sabía que sucedería, no lo estaba, no estaba listo y probablemente nunca lo estaría porque todavía sigo aferrado. Pesa de esa forma porque los recuerdos ponen de su parte, porque las heridas no quieren sanar, sino seguir abiertas. Desearía que no pesara tanto, bueno, que no pesara nada, en realidad, porque se supone que es como debería ser ya, pero no puedo, tampoco sé cómo hacer que deje de pesar. Quiero suponer que, si dejo que pese, ésto cesará en cuestión de tiempo... aunque tengo miedo de que esté equivocado en eso. Puede pesar por siempre y, si eso pasa, por favor, estoy jodido de por vida. No sé si sigo siendo lo suficientemente fuerte como para obligarme a superar, no puedo hacerlo, no me sale, no encuentro el camino. Tiene que dejar de pesar... tiene que suceder... tarde o temprano...

¿Y ahora te atreves a volver?

Sí, ahora me atrevo a volver porque entiendo el sufrimiento que ocasioné, no sólo en su persona, sino en mí y eso es algo que me costó admitir, aunque ya lo tenía pensado también. Me atreví a volver porque su ausencia me dolía, porque me hacía actuar como un muerto en vida y ya no le veía sentido a eso. Me atreví a volver porque estaba ausente, porque no era yo, porque me había perdido y había cambiado para mal, me había transformado en un verdadero hijo de puta y ahora, eso está camino a revertirse, si es que ya no se completó la transición. Me atreví a volver ahora porque no podía permitir que el tiempo continuara pasando, porque fue mi límite, porque ya había soportado mucho sin ella y porque me dolía la forma en que percibía como nos perdíamos mutuamente. Los recuerdos atormentaban y me hacían necesitarle de una manera que jamás noté. Si no era ahora, no iba a ser nunca y, sinceramente, mi corazón no lo soportaría y yo no me arriesgaría a tal hecho. Volví ahora porque el hilo que nos unía estaba en su punto máximo, no aguantaría más, necesitaba enredarse más pero era lo que estaba intentando evitar y, si un hilo no se enreda, ni se rompe, significa que vuelve a su estado natural, relajado, tranquilo, en paz. Y eso fue lo que opté, lo que significó volver. Me atreví a volver con todo lo que ésto significaba. Me atreví a volver ahora porque ya no podía fingir y porque entendí que también merecía ser feliz, además de hacer feliz al resto, porque eso es lo más importante y valioso.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Querido septiembre.

Ya son 1095 días de aquel septiembre, del primero, del que me dio un giro, del que me afectó hasta la actualidad. Es un buen recuerdo que tiende a repetirse cada tanto, robándome una sonrisa, no voy a negarlo. Es sorprendente como un día puede alterar tanto a una persona, como una fecha insignificante se torna completamente importante e inolvidable para uno. Nunca sabes cuando cambian las cosas, eso es el lado bueno, y malo, de la vida. Es cierto que muchos sucesos existieron entre esos casi mil cien días, es cierto que hubieron muchas dudas, muchos eventos, muchas sorpresas, muchos susurros, muchos encuentros, muchos gritos, muchas risas, muchos problemas con muchas (o pocas, a veces) soluciones, muchas emociones que aún se pueden revivir mediante el recuerdo. No se olvidan, no, es imposible, y más cuando es lo que me ha formado como persona durante el largo camino que llevo de la vida. Me liberé, siempre lo diré, siempre agradeceré por esa oportunidad de liberarme de una situación compleja, de enseñarme a luchar. He dicho últimamente, muchas veces, que no me arrepiento de nada y eso no es nada más que la verdad, me alegra haber vivido todo lo malo y todo lo bueno, ambos me han dejado una o más enseñanzas. Bueno, no sé si es la palabra adecuada, pero creo que es bueno ver la línea del tiempo de la forma en que yo la veo actualmente. Aunque, más que línea, ésto se vuelve un semicírculo porque estamos volviendo al día uno del mil noventa y cinco, volvemos a la situación que nos unió y, hoy en día, agradezco por ello porque siento que es un reflejo de que se puede manejar la situación y que ya hay madurez de ambas partes. No voy a ceder, como me han pedido que lo haga, porque ahora estoy volviendo a ser yo mismo, volviendo a luchar por lo que quiero y, aunque esté mal para otros, para mí está bien y lucharé por eso, sea algo pequeño, intermedio o grande. Joder, he dicho. Sólo necesitaba dejar constancia de ello. Si bien mi vida se ha fracturado, separado, o como prefieran llamarle, en partes, creo que de todas ellas se pueden tomar algo para construir la siguiente y eso estoy haciendo, así que, sepan comprender aquellos que me rodean por decidir no dejar ir algo tan fácil como hice hace un par de meses. Sólo eso. Querido septiembre, vas a ser complejo y yo lo sé, pero voy a arriesgarme a ello, tengo fe y esperanza, la fuerza viene en camino y el resto, bueno, que sea lo que sea, vamos con y contra eso. Querido septiembre, no eres igual a los pasados, tampoco a los futuros, pero no espero que seas menos ni peor, sino lo opuesto, más y mejor. Querido septiembre, necesito que seas mi septiembre otra vez. Querido septiembre...

jueves, 3 de septiembre de 2015

Ella no lo nota porque no lo sabe.

Ella no lo nota, ella no lo sabe, por lo que ella cree otra cosa distinta a la realidad. Te preguntarás qué es lo que no sabe y mi respuesta viene a continuación. No sabe que estoy cumpliendo mi promesa más importante. Ella cree que no es así. La realidad es que estoy al pendiente de sus publicaciones, de sus escritos, para saber cómo se encuentra porque me importa y, por lo tanto, me preocupa. Estoy en su cercanía, pero no me ve. Tengo mis contactos, esos que me ayudan a cumplir la promesa. Cuando está bien, me quedo en el molde pero, cuando está mal, comienza la acción. Recurro a ellos, haciéndole mención de que algo anda mal, y rápidamente están dispuestos a ayudarme, lo cual es bueno. Estoy cumpliendo la promesa de forma indirecta, por medio de terceros, porque, de la forma opuesta, tengo el presentimiento de que todo iría mal. Oye, no me malinterpretes. Me encantaría ser yo quién le de consuelo, quién le abrace y le diga que todo bien estará, que no debe preocuparse. Pero no estoy en posición de hacerlo, no tengo el derecho y no sé si ella quisiera que fuera mi persona, después de todos los hechos sucedidos anteriormente. De todas formas, eso no importa porque no se trata de mí, sino de ella y su bienestar. Y el hecho de que no estoy fallando a mi palabra, como ella cree que hago, y por eso digo que ella no sabe.

martes, 1 de septiembre de 2015

¿Por qué?

Me está enfermando, todo esto me está enfermando, el hecho de que no exista una persona que no juzgue lo que pasa o que no me tiren encima la culpa. No puedo hablar del tema porque, si no es una cosa, es la otra. ¿Por qué ya lo llevan al extremo? ¿Por qué no pueden ver el término medio que quiero plantear? ¿Por qué no pueden verlo de mi lado? ¿Por qué no son capaces de sentir el miedo que siento? ¿Por qué no son capaces de sentir la culpa que siento? ¿Por qué no sufren la empatía, como la sufro yo? ¿Por qué siguen mezclando? ¿Por qué no pueden separar? ¿Por qué debo elegir, si antes todo lo tenía? ¿Por qué no se puede dejar la ecuación sin resolver? ¿Por qué obligan a la cuerda a romperse? ¿Por qué obligan a mi alma a ir por un camino distinto al de mi cuerpo? ¿Por qué nada es igual? ¿Por qué es todo distinto? ¿Por qué es de esta forma? ¿Por qué no me dejan moldear, a mi gusto, la situación? ¿Por qué quieren mandarme a la oscuridad? ¿Por qué me hacen ver como el gran culpable? No estoy negando tenerla, pero, es culpa compartida, sí, o sea, no soy el único que ha actuado mal y, sin embargo, el resto parece salir ileso de ello. Estoy exprimiendo mi corazón y mi alma por esta situación, es demasiado, temo volver a perderme y no regresar esta vez porque ese lado, una vez que lo experimentas, te vuelves adicto, aunque sea malo, extremadamente malo. Sin embargo, no sé si quiero que me salven, esta vez. No sé si lo merezco, en realidad. Tal vez debería buscar ese término intermedio...

viernes, 28 de agosto de 2015

Ella no sabía.

Ella no sabía que esa sería su última discusión. Ella no sabía que él ya había tomado la decisión. Ella no sabía que sería la última vez que escucharía su voz, su risa, el susurro que tanto le gustaba o las carcajadas que lo hacían lucir como un pequeño niño. Ella no sabía que lo extrañaría, tanto que perdería su corazón y alma por ello. Ella no sabía que no tendría otra oportunidad. Ella no sabía que el tiempo se iba a detener, luego de eso. Ella no sabía que los planes se cancelarían y que el futuro se vería alterado. No sabía que el llanto y la tristeza serían sus nuevos mejores amigos, de aquí a la eternidad. Ella no sabía que los recuerdos ahora serían torturas, que sólo la iban a hundir cada día un poco más. No sabía que, ésta vez, no estaba ganando, sino perdiendo. No sabía de la soledad, simplemente no sabía nada. No sabía que no volvería a ver esos ojos que la volvían loca, que le transmitían distintas emociones, que le alegraban el día y que le informaban del estado emocional real de su persona favorita, esos ojos en los que se veía reflejada. No sabía que esos finos labios que amaba, ya no se moverían más para hacerla sonreír, ya no se posarían en su cuello para depositar besos cargados de pasión, ya no los mordería para escuchar el gruñido por parte de él en respuesta, ya no la harían perder la cordura, ya no podría mirarlos mientras él conducía. No sabía que las largas noches, en las que se volvían una sola persona, habían terminado. Ella no sabía que no volvería a ver al niño dentro del joven, ni al joven dentro del niño. No sabía que las sorpresas quedarían como estaban, ocultas, y que nadie las disfrutaría. No sabía que se cuestionaría, cada segundo, lo malo y lo bueno que le hizo, arrepintiéndose de lo primero y celebrando lo segundo. No sabía que iba a quedarse con las palabras que nunca le dijo, y que nunca le diría, sólo para sí misma. No sabía que pensaría estar loca por verlo en cada esquina, en cada auto del mismo modelo del de él, en cada espacio del hogar. Ella no sabía que perdería su felicidad. Pero él, sí. Él lo sabía, claro que sí, era su opción elegida, era la decisión final. Llámalo cobardía, o valentía, rendirse o luchar por última vez. Llámalo como quieras, pero nada le cambiaría la idea, ya sabía que lo haría y, luego de eso, claro que no había marcha atrás. Al menos, físicamente, acabaría con todo. Era el fin, el fin de todo, era su fin.

jueves, 27 de agosto de 2015

Necesariamente harto.

Me haces ir, me haces volver, me haces perder y, luego, me orientas. Realmente ya no sé qué quieres, o qué no quieres, lo que esperas o lo que no esperas, ya no sé nada de lo que creía saber. Desconozco si soy fuerte, o si ya estoy dejándome dominar por la debilidad, tampoco sé si quiero averiguar la respuesta de eso. Es como si viviera en una cárcel, no, en una burbuja de la que no puedo salir, en la cual tengo mi espacio limitado. Lo necesito, necesito más que ese espacio, necesito el aire, necesito las palabras, necesito la melodía. Y no sé si es que es complejo, pero no te das cuenta, no lo percibes, no percibes que me privas de eso, aunque no quiero toda la libertad, eso no lo necesito. Comienzo a ahogarme y no sé si me da el tiempo para aprender a nadar, a veces, ésto cuesta mucho. No es tan difícil. No es tan fácil. No quiero ir en picada otra vez, no quiero golpearme contra el espejo, viendo mi antigua persona riendo porque estaba en un buen momento; no quiero caer al suelo y permanecer atado al mismo. No quiero tener que hablar de mi pasado como eso, quiero hablar del mismo como mi presente y como lo mismo que mi futuro. Quiero establecerme, al menos por un tiempo, en un mismo sentimiento, en una misma emoción, sin que existan terremotos que la amenacen. Estoy harto de los terremotos, de los huracanes, de los tsunamis. Necesito la serenidad por un instante, por tan sólo un momento. De todas formas, supongo que nuevamente cederé y me acoplaré a eso que llamamos rutina, sólo así aumentará la probabilidad de poseer eso. Es cuestión de tiempo, o eso dicen por ahí.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Todo lo que no dije.

Me odiarías, si supieras lo que he hecho, y aún más, si supieras que no estoy arrepentido, pero es que con el tiempo aprendes a no arrepentirte de nada, ni siquiera de tus errores y esa es la razón de lo anterior. No te lo he dicho, pero tampoco me molestaría que lo supieras, quiero decir, no lo estoy escondiendo, sería mentirte y no tengo la necesidad de hacerlo, es sólo que la cobardía me aborda y me traba las palabras en la boca. Ojalá algún día puedas perdonarme, tanto por eso, por todo el daño anterior y posterior. No lo merecías, a pesar de todo, siempre tuviste tus alas abiertas a mí y yo sólo le arrancaba las plumas, como si ese fuera mi trabajo. Si pudiera enmendar algo, lo haría, pero no tengo las herramientas ni el camino, éste ha sido bloqueado y en todo su derecho está. Todavía no lo asimilo. Ha sido veloz y no quisiera decir que me ha tomado por sorpresa, pero así fue, aunque lo veía venir. Míranos. Estamos rompiendo nuestras promesas, ya no queda ni una de ellas que compartamos, pero... yo mantengo una para ti. Cada vez que te sientas sola, escucha las canciones que te dediqué y me tendrás allí, si es que no quieres verme en físico. Si deseas lo contrario, sólo escríbeme y ahí estaré, abrazándote y consolándote como solía hacer. El título de lo que seremos no importa, eso sólo nos trae dolor. Céntrate en la promesa que intento mantener, que quiero mantener, que no deseo romper. Estuve aquí, estoy aquí y estaré aquí para ti. Cuando necesites un hombro para llorar o que alguien te escuche, sólo escríbeme, porque, además, estaré deseando que lo hagas, que me hables, que me dejes escucharte una vez más. No me importa si me usas sólo para desahogarte en tus malos ratos, no me importa si no compartes tu felicidad conmigo, soy capaz de soportar eso, soy capaz de sonreír para ti y de más, soy capaz de guardar todo lo que no dije y nunca diré, soy capaz de sólo escucharte y ser parcialmente feliz.

jueves, 20 de agosto de 2015

Mentira de la libertad.

Se supone que tengo la libertad de hacer, o no, lo que deseo; se supone que tengo derecho y obligación de hacerlo. Pero es una absurda mentira. Estoy obligado a elegir y a no elegir, obligado a querer y a no querer, obligado a amar o a odiar. ¿Por qué no puedo simplemente no sentir amor por nadie? ¿Por qué no puedo sentir sólo cariño? ¿Por qué estoy en obligación de enamorarme al menos una vez en la vida? Eso no es libertad. Es más, no creo que exista la libertad total, nadie sabe la correcta definición y, aunque la supieran, no tendríamos dónde aplicarla. No me duele, ni me molesta, sino que me aburre estar viviendo en una mentira universal porque no hay ni una persona que actualmente reaccione contra ello y debería existir, pero no es así, lamentablemente. Creo, en realidad, que somos libres en un cincuenta por ciento, somos libres dentro de la represión, dentro de lo que llamamos sociedad, dentro de nosotros mismos. ¿Cuándo cambiará ésto? ¿Qué debemos hacer para cambiarlo? No hay materia en el instituto que nos informe cómo hacerlo, pero sí nos dicen que somos rebeldes si vamos contra el sistema, eso no se les olvida, y allí volvemos al comienzo, allí nos damos cuenta que no somos verdadera y totalmente libres. Me está aburriendo ésta mentira de la libertad.

domingo, 16 de agosto de 2015

Significado de los suspiros.

Los suspiros expresan el agotamiento emocional que uno posee, luego de luchar demasiado. Los suspiros son el reemplazo de las palabras que jamás serán mencionadas por el temor o por el simple hecho de no estropear el algo que poseemos en el momento. Los suspiros aparecen cuando tenemos muchos sentimientos acumulados y no sabemos cuál soltar primero, o cuál guardar para no hablarlo más. Significan que es momento de un descanso de todo el peso que cargamos sobre los hombros o en el corazón, o un descanso en general también. Ellos pueden significar tantas cosas, tantos hechos, tantos pensamientos, tantas sugerencias, tantos "y si", tantas ideas. Pueden ser parte de todo, sin serlo; y pueden ser nada, siéndolo todo. Son cortes, divisiones; separan ideas, en realidad, ideas y momentos. Son parte del silencio decisivo, son parte de uno, y probablemente, en la gran mayoría de los casos, es nuestro último acto antes de que pasemos a otro plano de la vida, como lo es la muerte. Entonces, supongo que estoy en derecho de afirmar que son palabras, esas palabras que no son habladas pero que contienen igual o mayor significado a las que salen con nuestra voz al mundo. De lo que sí estoy seguro, es que el significado varía para cada suspiro y para cada persona.

viernes, 14 de agosto de 2015

Cabeza en nubes y pies en Tierra.

Estoy en el cielo y estoy en el infierno, estoy en mi mejor momento y en el peor, estoy abajo y estoy arriba, estoy feliz y estoy triste, estoy solo y acompañado, estoy completo y estoy vacío, estoy y no estoy, soy y no soy, soy todo y soy nada. Básicamente, estoy inestable. En un minuto, estoy en mi momento de gloria con ángeles cantando pero, al siguiente, estoy en mi propio infierno con mis demonios bailando a mi alrededor. Todos afirman que la vida es una montaña rusa pero no estoy de acuerdo, no, es más, yo afirmo que ésta es un ascensor porque las emociones y experiencias vienen una tras otras y no siempre son del mismo equipo. No se detiene ni un minuto, esa es la verdad, no se detiene hasta el punto final, hasta el descanso eterno, hasta el nuevo comienzo, y todos sabemos cuando eso es. Creo que hay momentos en los que la mente de uno viaja tanto que termina estancada en alguno de esos viajes, en algún mundo que ella misma ha creado, y no digo que esté mal, pero debe volver porque es la realidad su lugar en el universo y debe aprender a convivir con ella, a luchar con y contra la misma. A pesar de esto, creo que nunca se desprende por completo, incluso aún después del punto final, y es por esta razón que se puede decir que tenemos los pies en la Tierra mientras que nuestra cabeza está en las nubes... y el resto de nuestro cuerpo, ve a saber tú dónde.

sábado, 8 de agosto de 2015

Amor perdido.

Fui un cobarde con tu amor, aunque supe ser valiente en ocasiones y, probablemente, es por eso que no me arrepiento. Sacaste mis mejores partes, lo hiciste con las peores y hasta aquellas que eran inexistentes, pero no me atrevo a decir que me desconfiguraste, sino que creo que me liberaste y me hiciste mejor. Tardamos en chocar pero, a su vez, nos apresuramos a hacerlo, nos quemamos rápidamente. Jamás te engañé, no pude, me conocías tan bien que no podía ocultarte ni una herida. Hoy y mañana, siempre, estaré agradecido con cada parte tuya que conocí porque amé cada una de ellas desde el primer momento, sin importar lo malas que fuesen, eran perfectas. Pero me torné egoísta y no pude verlo, no pude ver el mal que te hacía, y eso es algo que me va a atormentar hasta el fin de los días, incluso aunque digas que me perdonas porque el problema será que yo no me lo perdonaré. Dices que no, estás segura de que no, pero sí, moviste mi corazón y todavía me da una extraña sensación el pensar que moverás el de alguien más, que seguro moverá el tuyo también. No sólo lo moviste, lo reparaste y fui tan malagradecido que lo único que hice fue romper el tuyo, incluso en los momentos en que intentaba no hacerlo. Creo que lo malo de conocernos tantos, es que sabemos qué es lo que más le dolerá al otro y evidentemente, hemos hecho uso de ese conocimiento últimamente. Pero seguimos siendo nosotros... Tuvimos la mala suerte de que todo, hasta nosotros, estuviéramos en nuestra contra. Es cierto que luchamos, es más, tú fuiste la que más luchó (como siempre) pero existen cosas de mayor fuerza. Mira, lo cierto es que todo lo que dije es verdad. Te amé, te amo y te amaré, eso nadie lo cambiará, ni siquiera yo, porque tampoco puedo odiarte, tal y como dices que quisiste. Puedes hacer mil cosas que me enojen y hieran, pero no, yo seguiré allí, amándote como el primer maldito día. La palabra odio nunca irá en la misma oración que tu nombre, te lo aseguro. Sé que probablemente estoy repitiendo palabras que ya te he mencionado pero necesito dejarlas claras, necesito que lo sepas y que no lo olvides, ni por acciones ni por el pasar del tiempo. Somos opuestos, siempre lo fuimos y siempre lo seremos, pero también nos complementábamos y eso es lo que nos unió. Sólo hay dos cosas que puedo decirte, una de ellas es "perdón" y la otra es "gracias". Gracias por enseñarme, gracias por el tiempo, gracias por ser lo mejor, gracias por ser tú, gracias por los sentimientos, gracias por las emociones, gracias por las acciones y gracias por nuestro pequeño e infinito intermedio. Perdón por el dolor, perdón por el enojo, perdón por la indecisión, y perdón por tan poco.

viernes, 7 de agosto de 2015

Aprendí de los errores.

Aprendí que eres juzgado por las personas menos indicadas, por aquellas a las que el error no debería afectar. Aprendí que los verdaderos afectados pueden ser los que más te comprenden. Aprendí que todos cometemos errores porque no hay nadie que se salve de eso por la falta de perfección. Aprendí que no todos los errores nos hieren, existen aquellos que nos hacen felices y, por lo tanto, se vuelven necesarios. Aprendí que existen errores que, en realidad, no son errores. Aprendí que, más que errores, eran algo que en su momento quise. Aprendí que cada error altera lo que soy y la forma en que pienso o actúo. Aprendí que, aunque hay errores que afectan a terceros, existen esos que afectan a uno mismo y a nadie más. Aprendí que, a pesar de que intentes huir de ellos, siempre volverán a reunirse para que no los olvides nunca. Aprendí que son la llave para otras oportunidades, sean buenas o malas. Aprendí que tenía que aprender de ellos. Aprendí que, si bien se dice que son irreversibles, es probable que puedas modificarlos aunque sea en algo mínimo. Aprendí que negar su existencia no ayuda en nada, o sea, no genera ningún efecto, ni positivo, ni negativo. Creo que he aprendido muchas cosas respecto a los errores que he cometido o que he visto cometer... pero lo más importante es que he descubierto, gracias a los mismos, lo que quiero, o no, hacer en mi futuro cercano.

miércoles, 5 de agosto de 2015

La mentira verdadera.

Todo había sido una mentira, incluso para mí, y recién me estaba dando cuenta, joder. Todo es falso en este mundo, al menos, así lo estoy viendo ahora. No siento tristeza por descubrirlo, sino que estoy sorprendido, porque acabo de ver caer un eterno mural frente a mí. Acabo de ver caer lo que yo era, acabo de verme caer mientras sigo en pie, acabo de ver caer mi personalidad junto a mis creencias. Mis padres no eran mis padres. Mi mejor amiga no era mi mejor amiga. Mis hermanos no eran mis hermanos. Mis amistades no eran mis amistades. Mis relaciones no eran mis relaciones. Mis experiencias no eran mis experiencias. Mi vida no era mi vida. Y yo no era yo. No. No me volví a perder, sino que acabo de hallar al verdadero yo. O no. Sigo en busca de hallarlo, eso es más probable, pero ahora voy de cero y con la dificultad de que actualmente me desconozco. Los mencionados anteriormente no me conocen, no realmente, ellos sólo ven lo que muestro, una pequeña parte de mí, tal vez la mejor o tal vez la peor. Algunos han visto más que otros, es verdad, pero sigo sin ser yo por completo, sigo sin ser el original. Veo el pasado con ellos tan falso, tan irreal, tan lejano. Les mostré una parte y ellos terminaron por crear la que faltaba, mientras yo permitía que eso sucediera porque creía que estaba siendo yo mismo. No era así y hoy lo veo, lo noto, lo percibo, pero no me estoy quejando y quiero dejarlo en claro, sólo necesito hablar sobre mi descubrimiento tal como lo hace un niño al aprender a andar en bicicleta. Es probable que estuviera huyendo de lo que ya era. Oh, qué terrible y desgraciado eso sería, aunque afortunado se tornaría, si revertirlo yo pudiera porque cierto es, se puede comenzar de cero, se puede comenzar otra vez, debido a que jamás deberíamos dejar de construir, de construirnos, y supongo que es lo que debo hacer, o lo que quiero hacer, o lo que haré. No sé, ya no lo sé. Supongo que sólo necesito un poco de paz, que nadie me rodee y pensar, mientras una canción lenta suena de fondo llenándome el alma de esperanzas y vida.

lunes, 27 de julio de 2015

Pensamientos inaudibles.‎

Estoy cansado, agotado, histérico, emocionado, triste y feliz a la vez. Estoy confundido, estoy harto, estoy pasado de vueltas, estoy estancado, estoy vivo y estoy muerto. Estoy, sin estar. Siento que mi mente está en un lado y mi cuerpo, en otro. Es detestable estar desconectado de esta forma y, sinceramente, sé que me estoy conteniendo para no desconectarme más como pasó en meses atrás. Joder... me siento, más que nada, engañado y no quiero arriesgarme a decir que traicionado también. El tema es que me siento completamente ingenuo, más que nada, creyendo probables mentiras que se hacen evidente por palabras y hechos contrarios. No sé... No depende de una situación específica, o tal vez sí, pero a veces los sentimientos tocan la puerta del corazón sin necesidad de tener una razón. Probablemente vaya a explotar, después de tanto silencio, o tal vez vaya a seguir aguantando y ésto es sólo un desperfecto que solucionar. No estoy al límite, como la otra vez, no me genera ganas de gritar a la nada como escape, tampoco quiero huir. Esta vez, tengo deseos de ser valiente, no cobarde como siempre fui, pero me parece que el orgullo hace sus movimientos y me prohíbe realizar los míos, me limita y por eso me da más rabia. Pero todo ésto me pasa conmigo, sólo con mi persona, no hacia otro ni con otros. Me doy rabia, me doy asco en ocasiones, me harto de mí mismo casi todo el tiempo, me detesto, me soporto, me critico y me lastimo apoyado por el masoquismo, entre otro par de cosas. Obvio que no es todo malo, pero es lo que más destaca y es lo que necesitaba sacar. Creo que ahora soy libre, o, al menos, me siento así y es bueno, necesitaba sentirme así, quería sentirme así, aunque sepa que va a durar muy poco. Uhm... loco.

jueves, 23 de julio de 2015

Cuando llorabas, yo enviaba lejos cada lágrima.

Pero ya no más, ahora no, eso era en días lejanos a los actuales. Fallé. Ahora todo es al revés y lo digo con propiedad porque, desgraciadamente, he comprobado que soy yo quién trae las lágrimas a ti. Eso ha sido la gota que llenó e hizo desbordar el vaso, el saber que era el causante de tu dolor, y eso me llevó a la decisión definitiva, la cuál me guía de nuevo al comienzo. Es la decisión que me permitió enviar lejos, otra vez, cada una de tus lágrimas y, por un lado, me siento feliz porque he cumplido con mi misión, después de fallar en los otros objetivos. Me convertí en el problema para luego ser la solución, supongo que está bien. Sin embargo, a pesar de que hice lo contrario a la frase, entiendo que hay cosas que son inevitables... pero inevitable no es sinónimo de irreversible. Se puede solucionar, se pudo solucionar, se solucionó. Al menos, por el momento porque ya no lloras, porque vuelves a sonreír, porque vuelves a ser tú. Igual, aún sigo buscando ese momento en el que todo se tornó así, ese momento en el me convertí en tu espina, y todavía sigo sin encontrarlo, fue demasiado rápido. En cierto momento, era el de siempre y, en cuestión de un pestañeo, me transformé en el monstruo que tanto criticaba. Joder. Pero lo sé, reconozco esa transición, esa que me dio el papel de culpable, esa que me hizo ser el encendedor que quemó las cartas y esa que me hizo actuar como un frío y cruel para alejarte por tu felicidad. Aunque tú tuviste algo de culpa por permitirlo, no me obligaste a parar, no te impusiste como solías hacer, y entonces yo no percibía nada más que mi propio egoísmo en su estado de placer. Pero lo entiendo, claro que sí, es que yo sé que no es fácil detener una parte de lo que quieres, una parte de lo que aceptaste, una parte de la otra mitad de tu corazón. El tema es que ahora somos nada y no sé si a ti te cambie en algo, por mi lado, creo que todavía no lo asimilo, que un día llamarás y dirás que nos reuniremos como siempre en aquel parque que nos unió, causando que el resto del mundo nos envidie por el tipo de relación que poseemos. Pero sé que sólo son esperanzas absurdas, esperanzas que se van apagando y hundiendo cada día un poco más. No te preocupes, nos encargaremos de que la máscara se convierta en realidad y que ninguno le duela al otro, mientras que los recuerdos sólo sonrisas provocan. Y si preguntas la razón por la que estoy tan seguro, la respuesta será porque soy yo quién envía lejos cada lágrima y eso es lo que actualmente estoy haciendo.

domingo, 19 de julio de 2015

Él y ella.

Él era lo que era al estar con ella, era él mismo, era feliz y sólo cambiaba con los demás porque era la mitad de su ser, el resto lo ocultaba y reservaba para una sola persona. Ella. Ella era la única que había conocido todas sus facetas, las buenas y las malas, incluso hasta las desconocidas por él. Ella lo había apoyado siempre, lo había reparado cada vez que se rompió y lo había levantado siempre que cayó. Era la única persona autorizada a entrar al infierno del chico, pero era la única que se atrevía a hacerlo cuando éste empezaba a hervir. Ella lo había elegido desde el primer día, no importó el contrincante, él siempre salía ganador en la batalla y es que era inevitable, tanto por la personalidad como por los sentimientos mutuos. Se lo dijo, él lo sabía, ella se lo demostraba todos los días. Lo elegía y lo volvía a elegir, sea cual fuera la situación y en cualquier papel, cualquier rol. Era por eso que estaba eternamente agradecido y en deuda con la chica, por todo aquello que le ofrecía. Y entonces él perdió el rumbo, se tornó opuesto a lo que era, y eso terminó por afectarle a ella, la cuál resultó gravemente damnificada. De todas formas, ella no dejaba de elegirlo, aunque lo intentaba, y mira si lo habrá intentado, que hasta hizo planes que llevaran a que el chico la odiara por las acciones. Pero, claro, eso no funcionó; no puedes odiar a quién amaste, le había dicho. El problema era que él no la había elegido ésta vez, sólo la había dejado ir y las razones eran muchas, pero la culpa no era de ella, aunque lo hacía para que la felicidad regresara a quién realmente correspondía. A ella, a su pequeño e infinito intermedio, a su otra mitad, a lo mejor que le había pasado en su vida, a la chica que andaba descalza y le temía a la oscuridad, a la mujer independiente y fuerte, a su soporte, a su chica.

viernes, 10 de julio de 2015

Desapareciendo preguntas.

De a poco, el nombre de esa chica iba desapareciendo de los escritos de él. No porque los sentimientos hubieran acabado, sino que así lo requería la situación en que la relación estaba, si es que ésta existía si quiera. Eran extraños con recuerdos y personas en común, pero nada más los unía. La cadena, o la soga, había sido rota y, ésta vez, ya no existía vuelta atrás, no había arreglo alguno. Se había terminado para la eternidad. ¿Si le dolía? Sí, claro que le dolía, pero el muro había sido elevado y eso significaba que debía lucir como si no le afectara. Fácil decirlo, no tanto el llevarlo a la práctica, pero, por fortuna, ya existía la costumbre. Con el paso del tiempo, el nombre de ella no sólo desapareció de sus palabras escritas, sino de las habladas también. Sus amigos ya no lo escuchaban nombrarla y aquellos que observaban los hechos desde afuera, sólo se preguntaban qué era lo que había sucedido. ¿La había olvidado ya, después de todo? ¿Qué había ocasionado el distanciamiento? ¿Cuáles habían sido las últimas palabras? ¿Al menos se habían despedido? ¿Fue demasiado? ¿Fue poco? ¿Fue temprano o el tiempo ya había pasado para ambos? ¿Estaban destinados a separarse a esta altura de la vida? ¿No se supone que debían vivir más aventuras? ¿Lo merecían? ¿Con qué se quedaban ambos? ¿Qué tenía cada uno del otro? ¿Qué fue aquello que no se dieron? ¿Tanto se lastimaron? ¿Faltó honestidad o sobró? ¿Cuáles son las promesas que rompieron y por qué? ¿Es la última vez? ¿Ya se acabó? ¿Por qué? ¿Ha sido por sorpresa o fue algo que lentamente se llevaba a cabo y ninguno lo percibió hasta entonces? ¿Quiénes ocuparan el lugar de ambos en cada una de sus vidas? ¿Cuánto soportaran sin el otro? Sólo algo es seguro, sus vidas no volverán a ser las mismas a partir de este hecho.

sábado, 4 de julio de 2015

Rayados 68.

Apenas él le abría el corazón, a ella se le confundía la razón y caían lágrimas en cascadas, en salvajes cantidades, en dolorosas sustancias. Cada vez que él juraba saber sus sentimientos, se enredaba en un débil hilo y tenía que acostumbrarse de cara al dolor, sintiendo cómo poco a poco las espinas se introducían, se iban amontonando, atormentando, hasta quedar tendido como el acolchado de algodón al que se le han dejado caer unas partituras de amor. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se mordía los labios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus extremidades. Apenas se chocaban, algo como un rayo los dividía, los unía y movía, de pronto era el ciclón, la atmósfera de los errores, la destructiva lucha del amor, los estereotipos del mismo en una forzosa relación. ¡Ayuda! ¡Ayuda! Heridos en la esquina del mundo, se sentían fallecer, pequeños y gigantes. Temblaba el cielo, se vencían las puertas, y todo se revolvía en un profundo pozo, en olas de atormentadas aguas, en caricias casi crueles que los guiaban hasta el límite de lo perfecto.

viernes, 26 de junio de 2015

Puedes olvidarte.

Puedes olvidarte de las sonrisas, puedes olvidarte de los pequeños detalles que tenía hacia ti, puedes no darle importancia a lo que hacía por ti, puedes olvidarte de lo que perdí por ti, puedes olvidarte de los buenos momentos, puedes olvidarte de las risas. Puedes olvidarte de lo que te di, puedes olvidarte de lo que te hacía sentir, puedes olvidarte de los regalos que te hice, puedes olvidarte las canciones que te dediqué, puedes olvidarte de mi presencia. Puedes olvidarte de las palabras bonitas que te decía, puedes olvidarte de los abrazos dados y recibidos, puedes olvidarte de los besos, puedes olvidarte de las miradas cómplices, puedes olvidarte de las bromas. Puedes olvidarte de ser fuertes juntos, puedes olvidarte de las sensaciones, puedes olvidarte de las dificultades vividas, puedes olvidarte de la prisa, puedes olvidarte del tiempo corriendo, puedes olvidarte de los colores, puedes olvidarte de los lugares pisados. Puedes olvidarte de las promesas, puedes olvidarte de los secretos, puedes olvidarte de los problemas, puedes olvidarte de las soluciones encontradas a último momento, puedes olvidarte de las discusiones, puedes olvidarte de la felicidad, puedes olvidarte de luchar. Puedes olvidarte de no dormir por las noches, puedes olvidarte de las palabras dichas, puedes olvidarte de los desayunos en la cama, puedes olvidarte de la vida como la conocías, puedes olvidarte de los caprichos cumplidos, puedes olvidarte de la forma en que te miraba. Puedes olvidarte de los planes para el futuro, puedes olvidarte de las disculpas, puedes olvidarte de la magia, puedes olvidarte de la unión, puedes olvidarte de ser o estar, puedes olvidarte de tenerme, puedes olvidarte de mi corazón latiendo, puedes olvidarte de las lágrimas, puedes olvidarte de los sueños, puedes olvidarte del final feliz. Puedes olvidarte de todo, tal vez incluso de mí, pero yo prometo no hacerlo nunca, prometo no olvidar, prometo recordar hasta la cosa más estúpida.

jueves, 25 de junio de 2015

La persona que más lo conocía.

La persona que más lo conocía le dijo, una vez más, sus verdades. Le dijo que no amaba a su nueva chica y que no era feliz, algo que a él le costaba admitir. También le hizo ver que él sólo era él cuando estaba en su antigua relación, que con esa mujer era uno y se le podía ver feliz, a pesar de la costumbre. Le hizo ver que ahora era un hijo de puta, que ya no quedaban rastros de lo que alguna vez fue, y que, siendo así, sólo terminaría por perderlas a ambas. Eso él no lo deseaba, él sólo quería volver a ser feliz, sólo quería parar con el dolor interno que poseía desde hace un buen tiempo, quería volver a ser él, quería definirse, quería decidirse. Pero bien dicen que no todo lo que se quiere, se puede. Estaba cansado de luchar. Ya no deseaba más nada, ya ni se sentía vivo. Claro, estaba muerto en vida. Eso era. Y su amistad de años tenía razón en sus palabras, no podía negarlo.

martes, 23 de junio de 2015

¿Para qué nos sirve el corazón?

Es mentira que nos sirve para vivir, es que yo creo que el corazón nos sirve para morir. Es verdad que no tiene un manual pero que somos tan masoquistas que no nos importa descubrirlo por nuestros medios, aunque en ocasiones eso es lo de menos, porque estamos obligados a hallar ese manual a través del dolor. Es tan peligroso, que nos transforma en valientes. Al final del día, sabemos tanto, que no sabemos nada, porque lo único que sabemos es que bombear sangre no es la única función que tiene en nuestra vida. Es él. Él se encarga de hacernos elevar lo más alto posible para luego dejarnos caer, es él quién nos rompe en pedazos, es él quién nos hace sufrir de tal manera que parecemos muertos en vida, es él. Podría hasta nombrarlo causante del vacío que ahora poseo, o culpable de mis impulsos, o peor, de mis sentimientos. Es que tiene tanto poder, siendo tan pequeño, probablemente sea porque está tan dentro de mí. Sea como sea, o lo que sea, no puedo contra él y lo que me hace, no tengo fuerzas para luchar contra él porque sería luchar contra el proveedor de esa fuerza. Él me debilita, pero me hace fuerte. Él me alza, pero, a la vez, me pisa. Es este maldito órgano que me lleva a la muerte de mi alma y que, en su camino, sólo sirve para modificar lo que soy... o lo que fui...