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Llevo 22 otoños sobreviviendo al mundo y viviendo en el medio de la nada, mientras plasmo el mundo en palabras desde mi punto de vista.

lunes, 27 de julio de 2015

Pensamientos inaudibles.‎

Estoy cansado, agotado, histérico, emocionado, triste y feliz a la vez. Estoy confundido, estoy harto, estoy pasado de vueltas, estoy estancado, estoy vivo y estoy muerto. Estoy, sin estar. Siento que mi mente está en un lado y mi cuerpo, en otro. Es detestable estar desconectado de esta forma y, sinceramente, sé que me estoy conteniendo para no desconectarme más como pasó en meses atrás. Joder... me siento, más que nada, engañado y no quiero arriesgarme a decir que traicionado también. El tema es que me siento completamente ingenuo, más que nada, creyendo probables mentiras que se hacen evidente por palabras y hechos contrarios. No sé... No depende de una situación específica, o tal vez sí, pero a veces los sentimientos tocan la puerta del corazón sin necesidad de tener una razón. Probablemente vaya a explotar, después de tanto silencio, o tal vez vaya a seguir aguantando y ésto es sólo un desperfecto que solucionar. No estoy al límite, como la otra vez, no me genera ganas de gritar a la nada como escape, tampoco quiero huir. Esta vez, tengo deseos de ser valiente, no cobarde como siempre fui, pero me parece que el orgullo hace sus movimientos y me prohíbe realizar los míos, me limita y por eso me da más rabia. Pero todo ésto me pasa conmigo, sólo con mi persona, no hacia otro ni con otros. Me doy rabia, me doy asco en ocasiones, me harto de mí mismo casi todo el tiempo, me detesto, me soporto, me critico y me lastimo apoyado por el masoquismo, entre otro par de cosas. Obvio que no es todo malo, pero es lo que más destaca y es lo que necesitaba sacar. Creo que ahora soy libre, o, al menos, me siento así y es bueno, necesitaba sentirme así, quería sentirme así, aunque sepa que va a durar muy poco. Uhm... loco.

jueves, 23 de julio de 2015

Cuando llorabas, yo enviaba lejos cada lágrima.

Pero ya no más, ahora no, eso era en días lejanos a los actuales. Fallé. Ahora todo es al revés y lo digo con propiedad porque, desgraciadamente, he comprobado que soy yo quién trae las lágrimas a ti. Eso ha sido la gota que llenó e hizo desbordar el vaso, el saber que era el causante de tu dolor, y eso me llevó a la decisión definitiva, la cuál me guía de nuevo al comienzo. Es la decisión que me permitió enviar lejos, otra vez, cada una de tus lágrimas y, por un lado, me siento feliz porque he cumplido con mi misión, después de fallar en los otros objetivos. Me convertí en el problema para luego ser la solución, supongo que está bien. Sin embargo, a pesar de que hice lo contrario a la frase, entiendo que hay cosas que son inevitables... pero inevitable no es sinónimo de irreversible. Se puede solucionar, se pudo solucionar, se solucionó. Al menos, por el momento porque ya no lloras, porque vuelves a sonreír, porque vuelves a ser tú. Igual, aún sigo buscando ese momento en el que todo se tornó así, ese momento en el me convertí en tu espina, y todavía sigo sin encontrarlo, fue demasiado rápido. En cierto momento, era el de siempre y, en cuestión de un pestañeo, me transformé en el monstruo que tanto criticaba. Joder. Pero lo sé, reconozco esa transición, esa que me dio el papel de culpable, esa que me hizo ser el encendedor que quemó las cartas y esa que me hizo actuar como un frío y cruel para alejarte por tu felicidad. Aunque tú tuviste algo de culpa por permitirlo, no me obligaste a parar, no te impusiste como solías hacer, y entonces yo no percibía nada más que mi propio egoísmo en su estado de placer. Pero lo entiendo, claro que sí, es que yo sé que no es fácil detener una parte de lo que quieres, una parte de lo que aceptaste, una parte de la otra mitad de tu corazón. El tema es que ahora somos nada y no sé si a ti te cambie en algo, por mi lado, creo que todavía no lo asimilo, que un día llamarás y dirás que nos reuniremos como siempre en aquel parque que nos unió, causando que el resto del mundo nos envidie por el tipo de relación que poseemos. Pero sé que sólo son esperanzas absurdas, esperanzas que se van apagando y hundiendo cada día un poco más. No te preocupes, nos encargaremos de que la máscara se convierta en realidad y que ninguno le duela al otro, mientras que los recuerdos sólo sonrisas provocan. Y si preguntas la razón por la que estoy tan seguro, la respuesta será porque soy yo quién envía lejos cada lágrima y eso es lo que actualmente estoy haciendo.

domingo, 19 de julio de 2015

Él y ella.

Él era lo que era al estar con ella, era él mismo, era feliz y sólo cambiaba con los demás porque era la mitad de su ser, el resto lo ocultaba y reservaba para una sola persona. Ella. Ella era la única que había conocido todas sus facetas, las buenas y las malas, incluso hasta las desconocidas por él. Ella lo había apoyado siempre, lo había reparado cada vez que se rompió y lo había levantado siempre que cayó. Era la única persona autorizada a entrar al infierno del chico, pero era la única que se atrevía a hacerlo cuando éste empezaba a hervir. Ella lo había elegido desde el primer día, no importó el contrincante, él siempre salía ganador en la batalla y es que era inevitable, tanto por la personalidad como por los sentimientos mutuos. Se lo dijo, él lo sabía, ella se lo demostraba todos los días. Lo elegía y lo volvía a elegir, sea cual fuera la situación y en cualquier papel, cualquier rol. Era por eso que estaba eternamente agradecido y en deuda con la chica, por todo aquello que le ofrecía. Y entonces él perdió el rumbo, se tornó opuesto a lo que era, y eso terminó por afectarle a ella, la cuál resultó gravemente damnificada. De todas formas, ella no dejaba de elegirlo, aunque lo intentaba, y mira si lo habrá intentado, que hasta hizo planes que llevaran a que el chico la odiara por las acciones. Pero, claro, eso no funcionó; no puedes odiar a quién amaste, le había dicho. El problema era que él no la había elegido ésta vez, sólo la había dejado ir y las razones eran muchas, pero la culpa no era de ella, aunque lo hacía para que la felicidad regresara a quién realmente correspondía. A ella, a su pequeño e infinito intermedio, a su otra mitad, a lo mejor que le había pasado en su vida, a la chica que andaba descalza y le temía a la oscuridad, a la mujer independiente y fuerte, a su soporte, a su chica.

viernes, 10 de julio de 2015

Desapareciendo preguntas.

De a poco, el nombre de esa chica iba desapareciendo de los escritos de él. No porque los sentimientos hubieran acabado, sino que así lo requería la situación en que la relación estaba, si es que ésta existía si quiera. Eran extraños con recuerdos y personas en común, pero nada más los unía. La cadena, o la soga, había sido rota y, ésta vez, ya no existía vuelta atrás, no había arreglo alguno. Se había terminado para la eternidad. ¿Si le dolía? Sí, claro que le dolía, pero el muro había sido elevado y eso significaba que debía lucir como si no le afectara. Fácil decirlo, no tanto el llevarlo a la práctica, pero, por fortuna, ya existía la costumbre. Con el paso del tiempo, el nombre de ella no sólo desapareció de sus palabras escritas, sino de las habladas también. Sus amigos ya no lo escuchaban nombrarla y aquellos que observaban los hechos desde afuera, sólo se preguntaban qué era lo que había sucedido. ¿La había olvidado ya, después de todo? ¿Qué había ocasionado el distanciamiento? ¿Cuáles habían sido las últimas palabras? ¿Al menos se habían despedido? ¿Fue demasiado? ¿Fue poco? ¿Fue temprano o el tiempo ya había pasado para ambos? ¿Estaban destinados a separarse a esta altura de la vida? ¿No se supone que debían vivir más aventuras? ¿Lo merecían? ¿Con qué se quedaban ambos? ¿Qué tenía cada uno del otro? ¿Qué fue aquello que no se dieron? ¿Tanto se lastimaron? ¿Faltó honestidad o sobró? ¿Cuáles son las promesas que rompieron y por qué? ¿Es la última vez? ¿Ya se acabó? ¿Por qué? ¿Ha sido por sorpresa o fue algo que lentamente se llevaba a cabo y ninguno lo percibió hasta entonces? ¿Quiénes ocuparan el lugar de ambos en cada una de sus vidas? ¿Cuánto soportaran sin el otro? Sólo algo es seguro, sus vidas no volverán a ser las mismas a partir de este hecho.

sábado, 4 de julio de 2015

Rayados 68.

Apenas él le abría el corazón, a ella se le confundía la razón y caían lágrimas en cascadas, en salvajes cantidades, en dolorosas sustancias. Cada vez que él juraba saber sus sentimientos, se enredaba en un débil hilo y tenía que acostumbrarse de cara al dolor, sintiendo cómo poco a poco las espinas se introducían, se iban amontonando, atormentando, hasta quedar tendido como el acolchado de algodón al que se le han dejado caer unas partituras de amor. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se mordía los labios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus extremidades. Apenas se chocaban, algo como un rayo los dividía, los unía y movía, de pronto era el ciclón, la atmósfera de los errores, la destructiva lucha del amor, los estereotipos del mismo en una forzosa relación. ¡Ayuda! ¡Ayuda! Heridos en la esquina del mundo, se sentían fallecer, pequeños y gigantes. Temblaba el cielo, se vencían las puertas, y todo se revolvía en un profundo pozo, en olas de atormentadas aguas, en caricias casi crueles que los guiaban hasta el límite de lo perfecto.