You should know...

Mi foto
Llevo 22 otoños sobreviviendo al mundo y viviendo en el medio de la nada, mientras plasmo el mundo en palabras desde mi punto de vista.

sábado, 16 de mayo de 2020

Egoísta.


  1. Cuidé de un perro que no era mío (era de él) por más de un mes.
  2. Insististe hasta que pudiste con que se quedara 20 días a solas conmigo. (Nunca dejes a tu hija sola con un hombre que recién conoces, aunque nunca se termina de conocer a la persona)
  3. Finalmente se quedó uno o dos días porque, a tu criterio, "él también extrañaba". No importó si tu hija se sintió incomoda de estar a solas con un hombre que no es nada suyo.
  4. Me pelee con mi padre por unas sillas que nunca usabas, para que las cambiara por otras que tampoco usaste. Y una vez más, ahí, repetiste que mi padre no me quería.
  5. Me vi casi que obligada a prestar un libro que fue un regalo de mis 7 años por parte de mi primera maestra, solo para que fuera roto... Existe algo que se llama valor sentimental.
  6. Si yo lo hubiera dejado sin el dinero que dejaste cuando "te fuiste", estaría mal, pero fue al revés y no pasa nada.
  7. No importó que pasé todo el día en el IPA dando un examen que, cerca de las diez de la noche, terminé perdiendo y tampoco importó lo cansada que estaba por eso, yo quería irme a casa y estaba mal porque no quería ir a pasar tiempo con tu novio.
  8. Es que, enseñarle que hay cosas que no se tocan, no; la que debía esconder sus cosas, en su casa, era yo.
  9. Acepté que estuviera en el día más importante del año, para mí, que es mi cumpleaños... solo por vos.
  10. Soporté la incitación de retirarme de la casa porque escucharme a mí resultaba muy complicado para vos.
  11. El primer mes (si no fue un poco más) tuve que dormir contigo pero, al parecer y según tu criterio, era mi obligación porque "estábamos solas". ¿Y mi duelo? No, no importa, allá quedó para ser el hombro que necesitabas cuando todo te decían que "ibas a volver".
  12. Supongo que al final el "viví 22 años contigo, ¿para qué quiero más?" era más real que la disculpa simulada que vino una semana después. Y, sí, gracias por dejarme llorando en un ómnibus de las líneas más concurridas.
  13. Valor sentimental otra vez: Play Station 2. Pero, sí, tenía que prestarlo, sin importar eso, porque no hacerlo... ya sabemos qué significaba. Ahora, no devolverlo o la tardanza en hacerlo, no importaba, estaba todo bien, así como la falta de algunos juegos. Total, hacía años que no se jugaba, ¿no?
  14. Llevé la mentira de un novio falso por tu parte ante casi todo el mundo. Excesivo.
  15. Mirar una serie con tu hija es aburrido, mirar una película también, digo, después de todo te hacen dormirte. Obvio que mirando películas y series por casi dos días con tu pareja es más entretenido que eso.
  16. ¡Qué difícil decidir! ¿Quedarte con tu hija recién operada con anestesia general del cuello o estar dispuesta a dejar que se arregle porque el novio jugando basquetbol se lastimó? Recalquemos: todavía sigue la molestia de la anestesia y la cicatriz sigue doliendo.
  17. Es más fácil enojarse porque a tu hija no le agradaron ciertas cosas que trajiste que, en realidad, ponerse a buscar cosas que sabes que sí le gustan. Entiendo, te entretuviste con otras cosas.
  18. Cuando te expresé que me sentía sola por pasar semanas a solas en la casa, tu enojo surgió... en vez de intentar comprender o calmar el sentimiento.
  19. También tuve que soportar que tu novio me agarrara, porque lo llamaste, como si estuviera haciendo algo, pero después se hizo el que no se metió, el inocente... todos sabemos que sí lo hizo.
  20. Es más fácil enojarte porque te dicen que para ir a ver partidos de basquetból tenes tiempo, pero para acompañar a tu hija a un lugar, al que ni siquiera iba a ir pero insististe, no hay tiempo ni energías.
  21. Ni que hablar de descubrir la identidad de mi media-hermana (hermanastra, a términos de la RAE), la condición es no hablarle a la madre biológica porque "te había hecho mucho daño". ¿Qué pasa cuando el daño lo haces vos a tu hija? Sí, me imaginé que no te importaba.

Sí. La egoísta sigo siendo yo.

No, lo cierto es que no. 

He descubierto, asimilado y aprendido que no tengo la culpa de lo que pasó (y vamos a destacar que estos más veinte puntos fueron en el período menor a un año), así como que todo lo que antes mencioné, fueron red flags, advertencias, sobre que estaba a punto de cambiar todo y de que tengo que amarme más a mí misma; irónico porque mi primer tatuaje va sobre eso: love yourself first (amate primero a ti mismo). Pasé toda mi vida tratando de no decepcionarte y jamás se me va a olvidar que dijiste que estabas decepcionada solo porque me fui a examen en cuarto de liceo de física; como le dije a tu amiga (y ella misma me dio la razón, ejemplificándolo con su hijo), eso jamás se borra de la mente. Me pregunto si seguís difamándome entre tu familia y conocidos o si contás la verdad, lo cual dudo. Hay una diferencia entre vivir tu vida y querer borrar parte de tu vida, incluida tu hija. ¿Y sabes qué más no se borra de la mente?


  1. Ver la cara de tu madre, roja totalmente, mientras su mano está en tu cuello, agarrándote por la parte exacta donde está la cicatriz que te duele, a pesar de que, en la zona más arriba, cercana a la mandíbula, sigue la sensación de anestesia.
La egoísta.


jueves, 7 de mayo de 2020

Sentido de pertenencia.

Ahora los entiendo. Sí.
Entiendo a todos aquellos que recurren a los malos pasos, a los caminos no deseados, al otro lado. Los entiendo porque me estoy convenciendo de que haría lo mismo y la razón se reduce a que ya no tengo un sentido de pertenencia.
¿Y qué sentido tiene la vida si no perteneces a ningún lado, a ningún círculo, a ninguna persona?
Confieso que daría lo que fuera por volverlo a tener, por volver a pertenecer, por volver a ser... aunque "fácil" no aparece en el vocabulario de ese trayecto.

miércoles, 19 de junio de 2019

Bloqueada.

Creo que lo que nunca lograrás entender es que yo estaba dispuesto a ofrecerte mi amistad... pero solo si me eras sincera. Decidiste hacer las cosas por mi espalda y enojarte cuando te reclamé, porque, sí, te reclamé porque me dolió el engaño, la traición, después de todas las cosas que hice por nosotros. Tal vez, las cosas podrían haber sido diferente y la amistad que nunca tuvimos podría haber nacido, pero no. Tus acciones hicieron que me alejara y dijera cosas brutas, hirientes e impropias de mí. A veces y solo a veces, logro recordar y probablemente extrañar esas conversaciones que solían ser con o sin sentido, pero entretenidas y me hacían pasar el día. Supongo que es hora de buscar a alguien a quien sí le importe eso porque ya sé que a ti no, porque lo que sigues haciendo es burlarte de nuestro pasado, de lo que tuvimos y de lo que pasó.

miércoles, 20 de febrero de 2019

Resentimiento.

El otro día volví a abrir ese mensaje, aquel que me hirió lo suficiente como para hacerme llorar hasta la madrugada, el mismo que hizo que tuviera a dos personas por teléfono intentando calmarme. Lo hice sin querer, no recordaba que estaba ahí y... no sentí el dolor, no sentí nada. Pero sé, en lo profundo de mi mente o tal vez mi corazón, que hay una pizca que todavía me incomoda. Si no es dolor, ¿qué es? Sí, eso mismo me pregunté y llegué a la conclusión de que es resentimiento. Preguntarás de qué y yo diré que es resentimiento de haberte permitido herirme así, resentimiento por tu actitud de herirme a gusto para luego intentar ir a fingir que te preocupaba mi amistad, resentimiento porque permití que todo este asunto sumara un gramo pesado y negativo a mi lucha de la autoestima, resentimiento porque sentí que perdí años entre otras cosas más que no pienso pronunciar en esta carta. La verdad es que no sé si algún día se desvanecerá este tipo de... esta "cosa", este resentimiento, pero estoy aprendiendo a vivir con ello y, así, a irle tirando tierra, a irlo enterrando.

viernes, 4 de enero de 2019

2019

Me resulta increíble el arte que nace de los corazones heridos, de los corazones rotos, de los corazones vacíos. Todo lo negativo tiende a transformarse en una belleza ya sea en forma escrita, oral o en forma de pinturas, incluso en el movimiento de nuestros cuerpos. Es arte de pies a cabeza. Me incluyo dentro de la gente que hace eso, aunque desconozco si puedo llamar arte en su totalidad a mis trabajos, a mis trocitos.

A veces quisiera cambiar eso. Me gustaría poder expresarme fácilmente cuando traspiro alegría, cuando exhalo felicidad o cuando otro sentimiento positivo me domina, pero se vuelve tan difícil... será porque preferimos, me incluyo nuevamente, en disfrutar ese buen momento antes que ceder a inmortalizarlo en las palabras, lo dejamos en la memoria como si no fuera algo que podría verse afectado o perdido, tal y como sucede con, por ejemplo, los pendrives que almacenan información y que, cada tanto, tal vez por causa del tiempo o vaya a saber qué, pierden su contenido.

Este año me he propuesto ser más positiva y, en parte, creo que esto podría considerarse como parte de la meta, ¿no es así? Pensando en eso, empecé a ver que podía apostar a ser más abierta aquí y cumplir de mejor manera con el objetivo que poseía este blog al principio.